domingo, 5 de abril de 2009

Empatizar y no empatizar

Ayer pasamos parte de la tarde con unos amigos. Ellos esperan "la llamada", la que les diga que ya son padres, que un niño o una niña está destinada a ser su hijo, que todo lo que han pasado y lo que han sufrido durante esta espera, ha merecido la pena. Falta ya muy poco.

Cuando conozco a alguna familia adoptante que está en periodo de espera no puedo evitar emocionarme y empatizar con sus sentimiento, e incluso sentir cierta envidia, pero no siempre los sentimientos que encuentro se parecen a los mios. En algunos casos pienso en el momento que sean padres y siento pavor e incluso miedo cuando ese momento llegue, porque creo que su perspectiva sobre lo que supone la adopción quizás no sea lo suficientemente real, y que todo eso les pueda llevar al desencanto o al fracaso a los padres, o lo que es peor, que no sean capaces de darle a su futuro hijo lo que todo niño adoptado necesita: seguridad, amor, cariño, respecto hacia su pasado, información sobre sus origenes...

Con mis amigos eso no pasará. Cuando los conocí supe que serían unos padres estupendos, no son de los que se creen que lo saben todo, son de los que se han preparado a conciencia, han leido y han escuchado mucho (aspecto que creo que es más importante si cabe), y aun así siguen buscando información, sintiendo miedo e incertidumbre, por cuando o como llegará este o aquel momento, y como ellos podrán afrontarlo. Eso es bueno, es sano, porque saben que no existe la perfección, solo el esfuerzo diario por mejorar como padres. Los veo y ya me los imagino empujando un carrito con un bebé, me los imagino pasando noches en vela, preocupandose por ese niño en todos los aspectos, buscando ayuda...

Me gustaría no ser así, no juzgar a las familias, pero no puedo evitar hacerlo, mi experiencia es la que es, corta, reducida, sesgada, pero el tenerla me hace tener esos sentimientos de forma inevitable. Hay frases, pensamientos, posturas... que no me parecen aceptables. Hay algo que se desgarra dentro de mi cuando un futuro padre adoptante me dice que su hijo ¡siempre! estará mejor aquí en su país de origen, que los niños adoptados son como todos, que los niños pequeños no tienen memoria, que los niños que tienen problemas de salud o son mayores no tienen los mismos derechos que los sanos y "perfectos" de ser adoptados, que siempre es mejor la adopción internacional porque es más "segura" por aquello de que los padres biológicos nunca se conocerán, que siempre habían soñado ser padre de un niño con esta o aquella característica física o de una determinada raza.

Me duele, no lo puede evitar.

Los hijos no se eligen, los hijos se aman, sean como sean.

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