jueves, 16 de abril de 2009

Mis hijos

LLevo varios días sin mis niños, prefirieron pasar estos dias de vacaciones con los abuelos. Reconozco que a mi me vienen bien algunos días de descanso de vez en cuando, mis maltrechos huesos lo agradecen, y yo también, ¡¿para que vamos a negarlo?!, pero... ¡como los añoro!, me hacen falta sus risas, sus abrazos, sus besos... y hasta los cabreos que me tomo con ellos, también me hacen falta.

No puedo imaginarme la vida sin mis hijos, o mejor dicho, ¡no quiero!. Es complicado ser madre, las obligaciones están por encima de las prioridades personales en todo momento, y a veces no es facil asimirlarlo, pero las recompensas con tan enormes que no soy capaz de explicarlas con palabras.

Soy muy feliz, a pesar de todo, a pesar de mis problemas físicos, mis hijos y su padre (¡casi se me olvida!), son lo mejor que me ha pasado. Y no lo digo por decir, y no es una frase hecha de esas que se dice sin más... lo digo porque lo siento así.

Cada unos de mis hijos llegó a mi de una forma diferente, al mayor lo tuve en mi vientre nueve meses, es clavadito a su padre en un montón de cosas, sus rizos, sus ojos, su "cabecita", también tiene algunas cosas mías, sobretodo esa timidez circunstancial... la pequeña llegó de muy lejos, estuvo en un vientre que no fue el mío, pero tiene el mal genio de la abuela, la misma risa que su hermano del que también ha heredado la inteligencia y las ganas de saberlo todo, las cejas igualitaa a mi y el estusiasmo futbolístico de su padre; sus ojos, su piel, su pelo... se los dieron unas personas a las que nunca podré olvidar. Son mis hijos, y aunque el día a día no es de color de rosa, son perfectos tal y como son, y no me gustaría cambiar de ellos absolutamente nada.

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